El Ayuntamiento de Córdoba ha iniciado hace unos días las obras de remodelación de la céntrica calle Cruz Conde para convertirla en una vía semipeatonal. Estos trabajos, según las previsiones, tendrán cortada esta importante calle por un periodo de seis meses y ha supuesto una importante remodelación del tráfico por el corazón de la ciudad que comenzó el pasado 17 de octubre.
La reforma que sufrirá esta céntrica arteria, que nació a principios de los años veinte del siglo XX, solo es comparable con la llevada ya a cabo con otras zonas de la ciudad, a caballo entre el corazón y el casco histórico, como Las Tendillas, Gondomar, Gran Capitán y Jesús y María.
Como se puede ver rápidamente, el Ayuntamiernto está ejecutando, aunque muy lentamente, un proyecto de largo alcance en el que la semipeatonalización o la peatonalización del centro de la ciudad es el fin.
Ahora ha tocado emprender las obras en un tramo de este proyecto global que por ser tan cosmopolita, transitado y vital para el normal desenvolvimiento ciudadano, en el que el comercial tiene un papel muy relevante, está en el punto de mira de los cordobeses, sobre todo de quienes residen en la zona y de quienes allí tienen instalado su negocio.
PROTESTAS DEL COMERCIO Y DE LOS VECINOS
Precisamente esta semana la federación Comercio Córdoba ha amenazado con movilizaciones si estos trabajos devienen en desorden porque, dicen, no quiere que la calle se convierta en un caos, como ya ocurriera en el periodo de rebajas el pasado verano cuando se ejecutaron obras con los fondos anticrisis. Y los vecinos han esgrimido pancartas oponiéndose al nuevo plan de tráfico y reclamando "salidas, no laberintos".
Puede que sea discutible el momento elegido por el Consistorio para ejecutar el proyecto, que atravesará y caerá de lleno en una de las fechas más comerciales de toda la temporada, como es la Navidad. Pero no se puede negar que el Ayuntamiento ha negociado con todos los afectados por estas obras --comerciantes y vecinos-- y está en su derecho a aplicarlo.
Claro que, también, en la obligación de llevarlo a cabo con comodidad, celeridad y sensibilidad para que las polvaredas de las máquinas no empañen de malestar el ánimo de comerciantes y vecinos. Aunque sean previsibles estas protestas ciudadanas, la historia nos va diciendo que las peatonalizaciones llevadas a cabo en el centro de otras ciudadades --Málaga y Sevilla, sin ir más lejos--, a la larga, han resultado beneficiosas para toda la ciudadanía. Al Ayuntamiento, en última instancia, le corresponde actuar de forma conveniente para que las molestias sean las menos posibles.